Le Poids du Soleil / Sinking Sun

Instituto Cultural de México / Espacio México Montreal / Montreal / Summer 2019
Le Poids du Soleil / Sinking Sun /‘El sol de Monterrey’ as emotional architecture / From Alfonso Reyes to Mathias Goeritz

In 1953, Mathias Goeritz presents El Eco space in Mexico City, as a representation of emotional architecture, a project that capitalizes on his collaborations and dialogues with Mexican architects such as Luis Barragán, Pedro Ramírez Vásquez, Ricardo Legorreta and Teodoro González de León. The emotion that Goeritz alludes to, evokes the pre-Hispanic monumentality and prehistoric nature transformed into an alchemical process that makes use of color, gold, and an almost Platonic naked volume.

The emotion that constitutes the space of Goeritz, as an echo, is not found in the architectural object as a unidirectional dialogue, but as a reverberation of the encounter between the object and the one that moves. Emotion is the atmospheric character of architecture, it is the medium that moves us as Giuliana Bruno refers to when she talks about the relational materiality of an object.

If emotion as a constitutive element of architecture is not linked to the concrete, to the object, can we build atmospheres of emotions from narrations? Of voices, of discussions, or memories?

The gold of Goeritz is the evocation of the icon, of the sacred, the reproduction of the sun in the interior, a domesticated sun, tamed, trapped. There is an unattainable golden depth, inexhaustible, nostalgic. The reflection in the sun is only possible in the icon, in the idol. Goeritz turns us into icons, into idols, into sun reflections.

In the middle of a winter night, I am excited to think of the golden sun of Monterrey, a sun without truce, that burns everything. There is no nostalgia or shadow there, it’s only “resolana” (Indirect light from the sun that burns) as the Mexican poet Alfonso Reyes writes. His poem of the sun of Monterrey becomes golden light, a golden atmosphere that excites the interior, mobilized in light and voice, co-produced in golden bodies and texts, blinded in gold. If in the golden reflection of the Goeritz pieces we perceive the nostalgic depth of the sun, in the poetry of Reyes we constitute the depth itself, we build it and we inhabit it constantly.

Gabriel Peña Tijerina

En 1953 Mathias Goeritz presenta el espacio del Eco en ciudad de México como representación de la arquitectura emocional, un proyecto que capitaliza sus colaboraciones y diálogos con arquitectos mexicanos como Luis Barragán, Pedro Ramírez Vásquez, Ricardo Legorreta y Teodoro González de León. La emoción a la que alude Goeritz, evoca la monumentalidad prehispánica y naturaleza prehistórica transformada en un proceso alquímico que hace uso del color, del oro y de una volumetría desnuda casi platónica. La emoción que constituye el espacio de Goeritz, como un eco, no se encuentra en el objeto arquitectónico como dialogo unidireccional, sino como una reverberación de encuentro entre el objeto y aquel que emociona. La emoción es el carácter atmosférico de la arquitectura, es el medio que nos mueve como refiere Giuliana Bruno cuando habla de la materialidad relacional de un objeto.

¿Si la emoción como elemento constitutivo de la arquitectura no está ligada al concreto, al objeto, podremos construir atmosferas de emociones a partir de narraciones? ¿De voces, de discusiones, o memorias?

El oro de Goeritz es la evocación del icono, de lo sagrado, la reproducción del sol en interior, un sol domesticado, domado, atrapado. Hay una profundidad dorada inalcanzable, inagotable, nostálgica. El reflejo en sol solo es posible en el icono, en el idolo. Goeritz nos convierte en iconos, en ídolos, en reflejos de sol.

En medio de la noche de invierno me emociona pensar en el sol dorado de Monterrey, un sol sin tregua, que todo lo quema. Allá no hay nostalgia ni sombra, solo resolana como escribe el poeta mexicano Alfonso Reyes. Su poema del sol de Monterrey se convierte en luz dorada, una atmosfera de oro que emociona el interior, movilizada en luz y voz, coproducida en cuerpos y textos dorados, cegados en oro. Si en el reflejo dorado de las piezas de Goeritz percibimos la profundidad nostálgica del sol, en la poesía de Reyes constituimos la profundidad misma, la construimos y habitamos de manera constante.